Tengo un sentimiento de angustia en mi corazón al ver tanta gente corriendo de un lado a otro, volcando sus esperanzas en lo trivial, gobierno, municipalidad, e incluso en la iglesia; las personas están tan temerosas de un nuevo sismo, estamos viviendo en momentos de atenta atención y tensión desviando nuestras miradas a lo que puede venir...tememos más al terremoto debiendo temer al que puede sujetar todas las cosas, estamos confiando en las cadenas de ayuda debiendo confiar en el proveedor de nuestra mesa. Estoy angustiado por los hermanos que cambiaron su testimonio por un plasma, un computador o cualquier otra cosa (aunque haya sido de primera necesidad), dónde quedó nuestra santidad, nuestra fidelidad al Dios de la Vida Eterna, cuántas veces hemos predicado "Señor ven pronto por tu iglesia" y en la noche del terremoto clamábamos por nuestra vida, queríamos seguir viviendo, abrazando a nuestros hijos , preocupados por nuestros padres y en último momento después de golpearnos el pecho gritando "misericordia, misericordia"!! nos acordamos que en cualquier momento puede suceder...SÍ, puede suceder, es la pronta venida del Señor de Señores y Rey de Reyes, la anhelamos con ansia, pero cuando Dios hace un ensayo no queremos que sea, todavía, el momento de mirar su rostro y nos volcamos a mirar el rostro de nuestros hijos que nos da alegría, nos conforma, no importa si el resto del mundo ha caído en desgracia estando bien mi familia todo estará bien...que mesquindad la del ser humano, quién podría entregar la vida de su hijo por la del hijo de una de esas tantas mujeres que lo perdió en el sismo, que llora sin consuelo su inasistencia a la vida, a la mesa de su hogar, al bullicio de sus gritos y al desorden de su pieza...Si hermanos amados en Cristo, somos privilegiados y premiados por nuestro MISERICORDIOSO DIOS, nuestros hijos comen aún en nuestra mesa y llenan nuestra habitación de gritos y desorden (bendito desorden); llora mi corazón cuando escucho a mi hijo Isaí diciendo "te quiero mucho"(todos los días sin excepción), lloremos con los que lloran o tratemos de hacerlo porque es seguro que mientras no nos pase a nosotros jamás sabremos el verdadero dolor en el corazón de Dios al ver como nosotros crucificamos a su hijo...ahora entiendo el terremoto en el momento de su crucificción, Dios reclamándonos su sangre, en fin, volvamos nuestra mirada a Dios, que el terremoto nos sacuda el orgullo, soberbia y autosuficiencia y que además se lleve la envidia y otras cosas que no salen sino con un sismo como el que nos vino.
Todo esto aflige mi vida y más, por ejemplo aquellos que en este tiempo compran benevolencia ofrendando más, diezmando más y asistiendo más (lo malo de esto es que durará hasta que se nos vaya el recuerdo de aquella noche y volvamos a la normalidad), por eso le pido al pueblo Cristiano "NO OLVIDE AQUELLA NOCHE" vívala cada día por la mañana y sea agradecido por estar vivo y disfrutando de su familia, porque tuvo que comprar loza y no una ataúd, temamos a Dios...es el principio de la Sabiduría.
Samuel Soto Salazar
Todo esto aflige mi vida y más, por ejemplo aquellos que en este tiempo compran benevolencia ofrendando más, diezmando más y asistiendo más (lo malo de esto es que durará hasta que se nos vaya el recuerdo de aquella noche y volvamos a la normalidad), por eso le pido al pueblo Cristiano "NO OLVIDE AQUELLA NOCHE" vívala cada día por la mañana y sea agradecido por estar vivo y disfrutando de su familia, porque tuvo que comprar loza y no una ataúd, temamos a Dios...es el principio de la Sabiduría.
Samuel Soto Salazar